El tiempo empieza a agotarse. Ilgaz y la policía no encuentran ningún donante para el hijo de Okan que se encuentra muy enfermo y él tiene claro que no liberará a los rehenes hasta encontrar un corazón compatible.

Están todos deseperados hasta que Metin ve un poco de luz al final del túnel. En el hospital, Metin encuentra a unos padres desconsolados por la muerte de su hijo, que casualmente tenía el mismo grupo sanguíneo que el hijo Okan, y el inspector de policía les dice, a pesar del dolor, si querrían donar los órganos de su hijo fallecido.

Aunque la familia en principio no acepta, al final cambia de opinión: “Donaremos los órganos”, le dice a Metin que llama emocionado al fiscal Kaya para contarle la feliz noticia. ¿Estaremos ante el final de esta terrible pesadilla?